jueves, 6 de junio de 2019

El Argumento Ontológico en la Edad Media

 

2.1 La formulación original de San Anselmo de Canterbury   

La formulación original del argumento que San Anselmo expone en el capítulo II de su Proslogion comienza con una oración en la que el autor le pide a Dios que le permita entender por la razón aquello que ya conoce a través de la fe. Esto es, que Dios existe y que es “aquello mayor que lo cual nada puede pensarse” (aliquid quo nihil majus cogitari possit). Según San Anselmo, esta idea de lo que se entiende por el término “Dios“ no la tiene sólo el creyente, sino también el ateo. Porque cuando el ateo niega la existencia de Dios al decir: “Dios no existe“, entiende lo que dice y entiende que “Dios“ significa “un ente tal que nada mayor puede ser concebido” (San Anselmo 2008, 367). Sin embargo, niega que este ente exista en la realidad. Es decir, lo que entiende está en su inteligencia, aunque no entienda que eso que está en su inteligencia existe en la realidad. Pues, prosigue San Anselmo, no es lo mismo tener una cosa en la inteligencia que sostener que esa cosa existe en la realidad. De la misma manera que un pintor cuando piensa la pintura que pintará la tiene en su entendimiento, pero esto no significa que exista en la realidad la pintura que aún no ha pintado. Sin embargo, cuando ya pintó la pintura, ésta existe, además de en su entendimiento, también en la realidad. A partir de este ejemplo, San Anselmo distingue dos tipos de existencia: por un lado, la existencia mental, es decir, la existencia de una cosa pensada en el entendimiento y, por otro, la existencia real, es decir, la existencia de una cosa fuera del entendimiento. De esta manera, el ateo debe aceptar que cuando sostiene que “Dios no existe” está aceptando su existencia mental porque entiende lo que dice y todo lo que se entiende está en el entendimiento, aunque niegue su existencia real, así como un pintor tiene en su mente la idea de una pintura aunque todavía no la ha pintado. Sin embargo, para San Anselmo el ente mayor que el cual nada puede pensarse no puede existir sólo en la inteligencia. Pues si existiera sólo en la inteligencia, podría pensarse que también existe en la realidad, lo cual es mayor. De tal forma que, si el ente mayor que el cual nada puede pensarse existiera sólo en la inteligencia, podría pensarse algo mayor que él, es decir, podría pensarse algo mayor que el ente mayor que el cual nada puede pensarse. Pero esto es evidentemente contradictorio y, en consecuencia, falso. En consecuencia, el ente mayor que el cual nada puede pensarse existe no sólo en la inteligencia sino también en la realidad.
El argumento de San Anselmo podría esquematizarse en tres pasos: el primero, el punto de partida, es la idea del Dios cristiano que hasta el ateo tiene. Esto es, un ser omniperfecto mayor que el cual nada puede pensarse. El segundo paso consiste en distinguir entre la existencia mental y la existencia real y sostener que este ente sería mayor si existiera en la mente y en la realidad que si existiera sólo en la mente. Por último, el argumento concluye con una reducción al absurdo: si el ente mayor que el cual nada puede pensarse existiera sólo en la mente, entonces podría pensarse algo mayor que aquello mayor que lo cual nada puede pensarse. Pero esto es patentemente contradictorio y, por lo tanto, falso. En consecuencia, debe concluirse que este ente existe, además de en la mente, en la realidad.

Garay, Ignacio. 2017. "Argumento ontológico". En Diccionario Interdisciplinar Austral, editado por Claudia E. Vanney, Ignacio Silva y Juan F. Franck. URL=http://dia.austral.edu.ar/Argumento_ontológico